martes, 6 de noviembre de 2007

Cerámica


La producción alfarera de los agustinianos se destaca por su sencillez, si se comparan con las piezas complejas que elaboraron otros pueblos contemporáneos. Mezclaron las arcillas con desengrasantes de arenas cuarcicas o fragmentos triturados de cerámica. También añadieron mica a la pasta para obtener mas consistencia y, además, puntos brillantes en las superficies de algunos recipientes. Dieron forma a los objetos por modelado directo o por el sistema de enrrollamiento en espiral, y a veces utilizaron como molde otra vasija boca abajo.
Las piezas más frecuentes son las vasijas de cuerpo inferior semiesferico y superior troncocónico o campaniforme; también los cuencos y los platos pandos de bordes verticales, que se usaban para tostar granos. Ollas trípodes de soportes altos, macizos y curvos en la parte superior, aparecen con la base ahumada por su largo uso culinario, que también fue el de grandes recipientes de paredes gruesas y superficies ásperas, con decoración dactilar en los bordes.
Por su decoración, debieron de usarse en lo ceremonial copas de pie alto tubular, con recipiente pequeño de borde horizontal o inclinado, que llevan pintura negativa interna y por afuera un diseño de círculos y triángulos en negro sobre fondo rojo.
La pintura es casi siempre monócroma. Se aplica unas veces en el interior, otras en el exterior de las piezas, y a veces según la técnica negativa. La incisión y la excisión de puntos y rayas en la parte superior es típica, lo mismo que el empaste en blanco y rojo. Hay una ausencia casi total de motivos biomorfos, y es escasa la presencia de asas, que, cuando aparecen, son solo ornamentales.

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